Las soluciones basadas en la naturaleza permiten mejorar la sostenibilidad de la gestión del ciclo del agua

La Asociación de Gestores Urbanos del Agua (AGUA) ha elaborado el Informe “El sector del agua urbana y las soluciones basadas en la naturaleza”.

El enfoque innovador de este tipo de soluciones aporta beneficios complementarios en ámbitos como la prevención de desastres naturales, el ahorro de recursos naturales y energéticos, la mejora de la biodiversidad o la revitalización del espacio urbano.

La colaboración público-privada será determinante para superar el conocimiento, todavía escaso, de estas soluciones por parte de los gestores y planificadores públicos y para explorar fórmulas de financiación sostenibles.

Las conocidas como Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) se están consolidando como una estrategia integral y efectiva para la gestión del agua, aplicando los beneficios de los ecosistemas naturales para crear sistemas hídricos más resilientes y sostenibles. Gracias a este enfoque innovador, es posible sacar provecho de distintos procesos naturales para abordar desafíos ambientales y sociales ligados a la adaptación a los efectos del cambio climático, con evidente impacto en el manejo del ciclo urbano del agua.

Así se deduce del informe “El sector del agua urbana y las soluciones basadas en la naturaleza”, elaborado por la Asociación de Gestores Urbanos del Agua (AGUA), la principal asociación del sector del agua en España, con más de 47 empresas de referencia mundial que prestan servicio a más de 13 millones de ciudadanos y emplean a más de 10.000 profesionales.

De forma complementaria a las soluciones tradicionales de ingeniería civil y obras hidráulicas orientadas al control, almacenaje, distribución y tratamiento del agua, las SbN aportan el valor añadido indiscutible de su multifuncionalidad. Beneficios complementarios que cuentan cada vez con mayor consenso a raíz de las evidencias del cambio climático y del incremento de la conciencia ambiental, y que se materializan en aspectos clave como la reducción del riesgo frente a desastres naturales, el ahorro de recursos naturales y energéticos, la capacidad de capturar carbono, la mejora de la biodiversidad o la propia revitalización del espacio urbano.

Las ventajas aportadas por las SbN se han traducido en una apuesta del sector público por el despliegue de iniciativas para incorporarlas en las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático. Prueba de ello es su priorización en el marco del Green Deal de la Comisión Europea, en la política de infraestructura verde española (con traslación a escala autonómica y municipal) o en las revisiones de la Directiva Europea de Tratamiento de Aguas Residuales y del Reglamento de Dominio Público Hidráulico español.

El entorno natural, fuente de inspiración para la ingeniería

El enfoque sostenible propio de este nuevo paradigma reporta beneficios indiscutibles en la gestión del ciclo urbano del agua. De esta forma, por ejemplo, los cambios en los regímenes pluviométricos que han provocado patrones cíclicos de sequía, especialmente en la cuenca mediterránea, pueden compensarse con soluciones en favor del almacenamiento de aguas de lluvia y la infiltración y recarga de acuíferos. En el extremo opuesto, los sistemas urbanos de drenaje sostenible (SUDS) proponen soluciones de retención e infiltración en origen para reducir los flujos que acaban en las alcantarillas y evitar de esta forma el riesgo de inundaciones urbanas y vertidos incontrolados. Sin olvidar la potencialidad de las SbN en la mejora del tratamiento de aguas para su reaprovechamiento directo o para su retorno al medio en mejores condiciones.

Y más allá de las aplicaciones operativas prácticas, conviene subrayar que la multifuncionalidad de las SbN las dota de una ventaja comparativa evidente en el proceso de asignación de recursos en un marco de colaboración público-privada con el objetivo compartido de llevar a cabo proyectos que beneficien al conjunto de la sociedad.

En cualquier caso, nos encontramos con unas soluciones ya plenamente operativas, con múltiples ejemplos en funcionamiento a lo largo del territorio implementados con éxito desde la Asociación AGUA de Gestores Urbanos del Agua, entre los que figuran, por ejemplo, el sistema urbano de drenaje sostenible del parque inundable la Marjal en Alicante; los humedales de depuración en el delta del Ebro para mejorar la calidad del agua; el proyecto de regeneración de agua y restauración ambiental de los humedales de Begudà en Sant Joan de les Fonts (Girona), o la renaturalización de las infraestructuras grises de la planta potabilizadora de Sant Joan Despí y la depuradora de Gavà, en Barcelona.

Apuesta innovadora en colaboración transversal

A pesar de formar parte ya del paisaje urbano de muchos de nuestros municipios y de sus innegables contribuciones a la gestión del agua, las SbN todavía tienen un trayecto a recorrer hasta ser consideradas una opción preferente frente a las clásicas soluciones de ingeniería al uso. Y ello se debe, fundamentalmente, a un conocimiento todavía escaso por parte de los gestores y planificadores públicos. Su despliegue hace necesario una apuesta proactiva e innovadora de las administraciones, conjuntamente con el sector privado, la sociedad civil y los centros de investigación en un marco de colaboración interdisciplinario y transversal. Una nueva perspectiva basada en la colaboración pública y privada en la que es fundamental responder en todo momento a los intereses y las percepciones de la ciudadanía.

La incorporación de las ventajas de los procesos naturales a la gestión del ciclo urbano del agua también se disputa en el terreno de la financiación y la sostenibilidad económica. Es preciso, por ejemplo, que la planificación de las SbN incorpore la evaluación de los costes de su ciclo completo de vida, incluyendo unos costes de mantenimiento y evaluación que son básicos para demostrar de forma transparente la eficiencia y eficacia de las inversiones comprometidas. También cabe poner la lupa sobre el análisis pormenorizado de los beneficios que proporcionan, algunos fácilmente cuantificables (daño evitado, por ejemplo), pero en otros casos de más compleja traducción en impacto económico (generación de empleo, menor mantenimiento, mejora del urbanismo, etc.). De la misma forma, se hace necesario identificar con claridad las fuentes de financiación de los proyectos, no sólo de las administraciones, sino también de los operadores privados, con un amplio margen de maniobra en la integración de las SbN en su responsabilidad social corporativa y en la optimización de la reputación de la empresa.

En definitiva, las SbN representan ya un instrumento de primer orden en las políticas de gestión del ciclo del agua, con unos beneficios directos sobre la mitigación de las consecuencias del cambio climático, y complementarios en ámbitos como la mejora de la biodiversidad o la revitalización del espacio urbano. En el plano legislativo, las instituciones públicas en sus diversas escalas ya han dado muestras de su consideración como elementos prioritarios en el diseño de las políticas medioambientales y de infraestructuras, pero todavía existe un margen de mejora evidente en su implementación sobre el terreno. Una transición en que la cooperación entre los sectores público y privado será determinante para vencer el déficit en el conocimiento y las estrategias de financiación de las SbN, y avanzar hacia su integración en las políticas de adaptación al cambio climático.